26 agosto 2008

Hello



No hay una palabra exacta
como para pronunciar en este momento,
ni un verso solitario
que pueda desprenderse de mi corazón
y que llegue a tu corazón
en forma intacta.

No hay tiempo para recuperar
el que aún no hemos pasado juntos,
ni distancia que recorrer tomados de la mano
en nuestro pasado silencioso e invisible.

Los años pasan,
los días pasan,
la vida,
no debe pasar tan fácilmente como las hojas del calendario
que se desnuda ilusamente en la pared de enfrente
y que sin darnos cuenta,
nos envejece.

Los años
dejan viejos mis ojos y mis manos
y a mis zapatos les da ese color de pereza y cobardía
que se refleja en mis canas,
pero a ti,
te hacen más bella,
más sabia y más mujer.

Hoy
los años llegan nuevamente con su luz
iluminando tus ojos...
...y mis ojos,
regalándome un instante que sube del fondo de tus recuerdos y los míos
...como la primera vez...
y trae consigo el sabor de un beso apasionado.

18 agosto 2008

Los invisibles hombres de sal




Duros,
transparentes,
deshabitados de miedo,
así van
abriendo las aguas,
sembrando el mar de poesía
al recoger sus redes de esperanza.
Sus ojos recorren los signos,
que a veces hay en las orillas
donde descansa su pasado
a los pies de alguna cruz sin nombre.
Constelaciones nacen de sus sueños nocturnos
cuando sujetan su vida e su sustento
en una lienza negra
o en un anzuelo de escarcha y valentía
que se dobla ante el azote
de la brutal intemperie marina.
La rosa de los vientos los abraza
y los encumbra en altamar
mientras atan sus almas a un pedazo de madera vieja
para dirigir su proa al horizonte
(que no es más que un silbido profundo
que llama con su cólera a la juventud
que arrancará de sus manos)
Algunos hombres no vuelven,
y se convierten en sal;
cuando sus viudas lloran
su ausencia de naufragio
y emiten ese agudo grito de piel
contra el destino.
Arden velas en sus mesas
como un faro que no existe
y que se va con la marea.
Transparentes, duros
habitados de humildad
sus manos no descansan
y
reman,
reman,
reman.
Sus mujeres continuarán amasando el pan
y lavando ropa,
con su vista perdida,
para adornar el paisaje
de banderas silenciosas
e invisibles faros de harina.